El proceso de desbancalización ya es una realidad. Que tiemblen los bancos, porque cada vez más los modelos disruptivos de financiación alternativos se están posicionando fuertemente y empiezan a ser una alternativa real a los modelos promovidos por las entidades financieras o de factoring.
Se ha producido la liberalización del financiamiento a través del crowdlending, un modelo ciertamente innovador que pone en contacto a numerosos inversores con empresas con necesidades de financiación y que huyen de los encorsetamientos bancarios.
Principalmente se basa en el descuento de facturas y pagarés, todavía no han afinado del todo los modelos internacionales en las que las cartas de crédito irrevocables siguen siendo una garantía demasiado importante, sobre todo si son operaciones importantes y de riesgo elevado.
Pegan fuerte ofreciendo intereses por el “préstamo” ya que en el fondo es eso, a precio de mercado, del orden de un 3-5% de media para operaciones estándares de descuento de pagarés de unos 50K € a 180 días (TAE 6-7%), por ejemplo y ofrecen disposición inmediata, a apenas 3 cliks de ratón, porque toda la operativa es on-line. Gestionan el cobro y buscan ser parte del día a día de la gestión empresarial.
Están creciendo mucho e incluso se está abriendo a una fuente potencial de inversión, basta ver la multitud de eventos y foros de Fintech que se han producido en el último año y el surgimiento de empresas especializadas como Novicap o LoanBook.
Estos modelos (Fintech, Invoice Discounting, Crowdlending…) están permitiendo operatividad a empresas (PIMES generalmente) ahogadas por los largos plazos de cobro y la necesidad de una liquidez inmediata o de circulante.
Esto me recuerda mucho a lo que pasa en la mayoría de las empresas acuícolas. Los cobros por la venta de alevines se alargan hasta los increíbles 365 días, a veces incluso hasta el momento de la venta del pescado (dos años después). La adquisición de alimento (el pienso que generalmente es el 50-60% del coste de producción) para su crecimiento no puede demorarse y las empresas engordadoras están a mitad de camino entre la liquidez necesaria para hacer tesorería proveniente de la venta de su pescado y la gestión del día a día. Esta presión (y cierta competencia desleal de terceros que también la hay) obliga a vender mal y cobrar peor porque no se puede soportar la presión. No solo se pierde potencial de venta de precio por la urgencia de la venta sino que se perjudica seriamente el precio medio de la venta por la necesidad imperiosa de la caja. Se entra en un círculo vicioso difícil de salir sobre todo para las PIMES que conforman la mayoría de las empresas acuícolas, muy sensibles a las tensiones de caja.
¿Podría ganarse crecimiento y una biomasa extra de un valor intrínseco para la empresa si se vendiese en el mejor momento y no cuando no queda más remedio? ¿Afectaría esta estrategia al precio medio anual del pescado? ¿Reduciría la competencia desleal o no afectaría tanto porque la estrategia de venta supera a la necesidad de caja? ¿Es factible asumir el riesgo del descuento de pagarés mediante un sistema ajeno a los bancos que son un sinvivir? ¿Cambiarían las estrategias de las empresas acuícolas al saber que disponen de una herramienta diferente que evita la condena del préstamo asegurado y sindicado y que condiciona toda su operatividad?
¿Dónde está el truco para que parezca tan fácil?