Leemos esta semana en The Aquaculturists que en la reciente Conferencia de París “The Global Outlook for Aquaculture Leadership (GOAL)”, se ha puesto de manifiesto que existen ciertas limitaciones a la hora de prever un crecimiento global que posibilite doblar la producción actual en una década.
Esta limitación está condicionada por el principal problema que tiene el sector y que no es otro que las elevadas pérdidas asociadas a las enfermedades, que, por ejemplo, en el caso del langostino llega a superar el 50% de todo lo que se cosecha, y por lo tanto afectando seriamente a lo que se estimaba que se debería estar produciendo en estos momentos.
Aunque las enfermedades son el principal factor de riesgo para la industria y afecta seriamente a la capacidad financiera y por supuesto de mercado, sigue observándose una cierta “ceguera” por parte de las empresas a la hora de invertir seriamente en el manejo y la gestión de las enfermedades.
Aunque existe cierto consenso respecto a que en este año se ha producido un punto de inflexión en cuanto a la gestión sanitaria a nivel global (véase Chile y el ISA en el salmón, véase EMS en langostino) y que la contribución del desarrollo científico y las mejoras tecnológicas han posibilitado, sin duda, la reducción del impacto económico, sigue siendo uno de los principales cuellos de botella de la industria.
Y aunque se ha hecho mucho, no es suficiente. Es necesario invertir más recursos para saber más, mucho más acerca de las principales enfermedades y, sobre todo, de cómo implementar y contribuir en la mejora de la gestión del riesgo. No hay duda de que esto conllevará cambios importantes en la mayoría de las empresas y que nuevas oportunidades aparecerán para aquellos que ya hayan iniciado este camino.