“Compañero del alma, compañero”. No puedo por menos que pedirme prestado, porque lo necesito, porque los considero míos, estos versos de Miguel Hernández. Con todo mi corazón, con todo mi cariño, hago que sea tuyo y que la inmortalidad de estas palabras hoy te pertenezca y de paso nos pertenezcan a todos. Nos recuperaremos de este “manotazo duro, de este golpe helado”, porque tú te lo mereces. Descansa en paz.

(En Reus, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Josep Tarragó,
con quien tanto quería.)

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