Llevo unos días preparando una conferencia y he querido comparar cómo han evolucionado los retos identificados para el avance de la acuicultura desde hace al menos unos ocho años. He consultado los diversos estudios presentados, desde los anuales a de APROMAR y de la FAO, las recientes aportaciones de las Plataformas (tanto española como europea), las revisiones de la Fundación OESA, algunos documentos de otras organizaciones sin ánimo de lucro y como no la visión de los grandes brokers (principalmente empresas líderes a nivel global) y las estrategias del Banco Mundial y la Comisión Europea.
He de decir que es posible utilizar la misma conferencia de hace ocho años, cambiar el contexto y las cifras de producción, hablar del gran impacto que la acuicultura tiene y tendrá a nivel mundial, la importancia de Asia (bueno China) y de la necesidad de utilizar de forma adecuada los recursos para que esta actividad sea, ejem, sostenible y… no hace falta cambiar los retos.
Que si el impulso de la acuicultura viene por la conquista del mar (vaya perogrullada), que si no hay buenos piensos (me suena), que si es un sector muy atomizado (¿acaso nadie se ha dado cuenta de que este sector es así? en una gran parte), que si la competitividad viene por la inversión en innovación (ajá) y que hay que hacer una apuesta clara por la acuicultura (eso va por los señores de los gobiernos).
Dejo una reflexión doble a) ¿los retos son los mismos pero han cambiado en gran medidas los objetivos para los que se propusieron? y b) ¿no será que este negocio es así y debemos aprender a gestionar esta realidad de forma continua?
Mas que revisar los retos es el momento de hacer balance de los logros y lo que es más importante convencernos que la investigación no es que sea “determinante” para el futuro, simplemente sin ella solo hay vacío. Por mucho que se empeñen en mostrarnos el futuro.